Las mejores ventas se deben, fundamentalmente, a las obras de autores internacionales y a piezas antiguas de calidad a precios atractivos. A ese envite, el mercado ha respondido con precios que han sorprendido.
Una versión más breve ha sido publicada por Daniel Díaz en el número de enero de la revista Subastas Siglo XXI
Acaba el año y podemos decir que el negocio de las subastas en nuestro país ha ido mejor que en los años pasados. Es cierto que ha cerrado la sevillana casa Arte. Información y Gestión, pero ha abierto Abalarte, escindida como quien dice de Fernando Durán; y también es cierto que no estamos en los niveles aquellos de 2007 o 2008 pero, analizados otros sectores, el de las licitaciones se ha mantenido a flote e incluso ha ido mejorando año a año.
La razón es relativamente sencilla: con más frecuencia de la que nos gustaría, los coleccionistas se ven obligados a hacer efectivas sus inversiones, y la subasta de sus obras es un recurso rápido y efectivo, aunque a veces se reciba menos dinero del que se pensaba. Y así, aunque la mayor parte de los precios de los distintos autores hayan bajado por la crisis -la demanda sigue siendo muy inferior a la oferta-, al aumentar el número de piezas ofrecidas, la ganancia es mayor en números totales.
Si echamos una mirada al año que concluye, dos podrían ser las líneas maestras de los lotes más caros vendidos en nuestro país.
En primer lugar, la internacionalización de esas obras: al ofrecer piezas de autores internacionales, o más internacionales, la demanda supera con creces nuestro exiguo mercado español y hace que los precios suban.
Los datos lo demuestran. Veámoslos con algo de detalle.
La casa de subastas Goya hizo su agosto en noviembre, cuando sacó a pujas una colección de gran calidad con varias piezas de nivel internacional. Y así, obtuvo el récord absoluto de este año al rematar nada menos que por 675.000 euros una pieza del francés Francis Picabia (1879-1953), una de las figuras señeras del grupo surrealista y dadaísta. Se trataba de Lunaris, una tabla de dimensiones importantes (122 x 97 cm) realizada en 1928. Y de la estimación de 300.000 a 400.000 euros, subió hasta más allá de su precio inicial, quedando muy lejos de las otras grandes ventas de este año. Muy similares, Lunis, 1929/1930 (Tm/L, 65 x 52,2 cm) alcanzó en Sotheby’s Londres en febrero de 2009 los 592.600 euros, comisiones e impuestos ya incluidos, pero lejos de los 1.812.738 euros pagados en Christie’s Londres en febrero de 2008 por el fantástico Mi, 1929 (O y pastel/L, 160,5 x 95,8 cm), con reminiscencias evidentes de nuestra pieza. La procedencia impecable, y una serie de exposiciones donde había participado (París, 1976, 1990, y 1995–1996; y Berlín, 1997) avalaban la calidad de la obra, así que sólo había que esperar hasta conocer el remate que, no obstante, sorprendió no sólo al público de la sala sino a los mismos organizadores.
En esa misma licitación, debemos citar dos ejemplos más de la importancia de la internacionalización de los autores que se subastan. Del conocido escultor de Liverpool, Tony Cragg (1949), se ofrecía una espectacular Columna realizada en piedra arenisca de Seeberg en 2005 con un tamaño imponente: 330 x 89 x 78 cm. Su típica forma como salomónica moderna, su color y su apariencia hicieron que se rematase por 150.000 euros, la estimación más baja. . En ese sentido, hay que reconocer pues que se pagó prácticamente lo mismo que en Londres, donde en junio pasado se vendieron por 201.036 euros (170.500 libras) Luke, 2008 (bronce, 1/3, 127 x 58 x 52 cm) en Sotheby’s, y por 192.962 euros (163.875 libras) Different point of view, 2011 (bronce, TC, 59 x 22,8 x 23 cm), en Christie’s.
Los mismos 150.000 euros fueron el precio alcanzado por la atípica Lurra G-137 de Eduardo Chillida (1924-2202). Realizada en 1989 en tierra cocida –como casi todas sus Lurras-, procedente de la Galería Carreras Múgica de Bilbao, y expuesta en la Sidney Janis Gallery, New York 1989, en Bilbao, 2003, y en Madrid, 2003-2004, a pesar de sus reducidas dimensiones de apenas 30 x 55,5 x 34 cm, su peculiar diseño hizo que un coleccionista pagase esa importante suma.
Un último ejemplo, en obra sobre papel, pero no por ello menos importante. Se trata del delicado collage sobre cartón titulado Mz 30-29, de Kurt Schwitters (1887-1948). Realizado en 1930, la calidad mostrada en apenas 15,5 x 12 cm animó a los compradores, atraídos sin duda por su precio de salida de 32.000 euros en la subasta de Segre de marzo. Al final, la grata sorpresa de su venta nada menos que por 110.000 euros. (más comisiones e impuestos), un fantástico precio si tenemos en cuenta también otros resultados de obras muy similares de 1930: Mz 30, 34 (collage/papel/cartón, 12 x 10,3 cm) no se vendió por 60.000-80.000 euros en Christie’s París, en noviembre de 2012 –se había comprado en junio de 2006 por 39.463 euros en Artcurial París, y en diciembre de 2002 por 28.000 euros en Hausdewell & Nolte, Hamburgo-; Merz 30, 42 (collage/papel/cartón, 25,4 x 17,2 cm) alcanzó los 51.950 euros en Sotheby’s Nueva York en mayo de 2012; Mz 30, 21 (collage/papel, 17,2 x 14 cm) subió hasta los 141.974 euros en Christie’s Londres en junio de 2007 –comprado por 55.948 euros en febrero de 2004 en Christie’s Londres-; y Mz 30, 28 (collage/ cartón, 15 x 11,5 cm) apenas llegó a los 29.957 euros en Artcurial París en junio de 2006.
En esta misma casa, una menina de aluminio titulada El caso de la rubia platino, 2013, realizada por el grupo de artistas cubanos The Merger, que se vende por primera vez en Europa, llegó a los 16.000 euros en septiembre.
Y dentro de esta internacionalización de la que venimos hablando, debemos destacar, como una unidad independiente, la oferta de obras de autores filipinos o, de alguna manera, relacionados con el mercado asiático, encauzada fundamentalmente por el español nacido en Manila Fernando Zóbel (1924-1984). De hecho, es muy llamativo que tanto Sotheby’s como Christie’s hayan ofrecido este año casi el doble que el anterior: Christie’s once en 2013 por cinco en 2012, mientras Sotheby’s diez en 2013 por seis en 2012. Es evidente que una economía mucho más fuerte que la nuestra está dispuesta a pagar mejores precios, y así con frecuencia a lo largo de este año y del pasado han salido obras de su mano hacia esos lugares. Pero quizá tanta obra a pujas, sature el mercado y distorsione los precios…
Fernando Durán, tomando el pulso al mercado internacional y adelantándose al resto de las casas de subastas en nuestro país, apostó seriamente por este autor y en este último año ha sacado varias obras de su mano a pujas. El más destacado fue, sin duda, Matritenses (O/L, 110 x 40 cm), que salía a pujas en abril por unos sorprendentes por escasos 10.000 euros. Fechado el 14 de noviembre de 1958 y procedente de la colección del pintor Antonio Lorenzo –“Para Margarita” tenía como dedicatoria-, a pesar de su no perfecto estado, atrajo la atención de bastantes coleccionistas en la sala y en los teléfonos, pues estas piezas de su serie Saetas son, sin duda, las más buscadas. Tras una serie de intercambios, quedó claro que la puja estaba entre un teléfono –suponemos que de Filipinas o Hong Kong- y una paleta en la sala, que terminó pagando los 225.000 euros de martillo, a los que se deben añadir la comisión de la sala y los impuestos…
Apenas unos meses más tarde, en julio, la misma sala ofrecía por 35.000 euros Flauta IX, 1976 (O/L, 70 x 92 cm), un cuadro de singular belleza y evidentes connotaciones con la música. Ante propios y extraños, las pujas se fueron sucediendo con prisa y su precio final quedó fijado en los 160.000 euros. Y aunque en octubre, Pausa gris, 1965 (O/L, 66,5 x 78,5 cm) se quedase en los 35.000 euros de la salida, Júcar XXXI, 1971 (O/L, 60 x 60 cm) subió desde los 25.000 hasta los 37.500 euros.
La misma tendencia se pudo observar en Segre, en julio, cuando ofreció un interesante A Itálica vista por Rodrigo Caro, 1970 (O/L, 80 x 80 cm) por apenas 18.000 euros. Su precio final de 42.000 euros se sitúa dentro de la media para ese tamaño, muy habitual en la mano del pintor. Durán también se subió al carro con dos piezas en septiembre: Estudio para Paco, 1967 (O/L, 37 x 47 cm) por apenas 6.000 euros -precio atractivo, terminó doblando su precio inicial-; y Cuadrícula VI (O/L, 80 x 80 cm), fechado en octubre de 1967, que multiplicó su salida de apenas 18.000 euros –un tanto sorprendente para un lienzo de esa medida- hasta adjudicarse por 40.000 euros. Y en la subasta de diciembre, Fernando Durán adjudicó los cuatro lotes que ofrecía: Triana: Estudio en gris y rosa, 1975 (O/L, 52 x 62 cm) por 60.000 euros; Preludio, 1983 (O/L, 81 x 81 cm) por 50.000 euros; Júcar XXV, 1971 (O/L, 60 x 60 cm) por 28.000 euros; y Sin título (O/L, 30 x 30 cm) por 22.000 euros, en la salida todos.
Como decimos, Fernando Zóbel es la figura señera, pero no la única.
Hace apenas unos meses, en octubre pasado, Durán ofreció un Retrato de dama (O/L, 105 x 75 cm), de Fabián de la Rosa (1869-1937) de cierta calidad, con unos atractivos tonos rosas… Sin duda, respondía mejor a los 5.500 euros de la salida que a los sorprendentes 80.000 euros de su remate. Pero así es el mercado internacional, y lo que para nosotros, españoles inmersos aún en una crisis, es ya una cantidad respetable de dinero, para otros coleccionistas no es más que un simple capricho por el que están dispuestos a pagar una cantidad incluso a veces muy por encima del valor pictórico objetivo de la pieza…
En esta misma línea de pintores filipinos, conviene recordar un dato: España guiando a la gloria a Filipinas, 1884 (O/L, 229 x 79 cm), un cuadro de encargo de Juan Luna y Novicio (1857-1899) se había vendido en octubre de 2010 en Balclis nada menos que por 200.000 euros, muy lejos de los 72.000 de la salida. Sin embargo, apenas un año después salió en Sotheby’s Hong Kong con una estimación de unos 330.000-520.000 euros. Y cuál no sería la sorpresa del antiguo propietario, cabe suponer, cuando se enterase que su cuadro, que estaba en unas condiciones no especialmente óptimas, se había adjudicado nada menos que por 2.454.200 euros… No deja de sorprender, aunque es cierto que es un pintor que ya el pasado año 2012 nos dejó señales de atención: Ansorena remató por 80.00 euros Dama con flores (O/L, 135 x 92 cm), lejos de los 12.000 euros de su salida –aunque se han sembrado dudas sobre su autenticidad-, y Retrato de dama, 1886 (O/L, 140 x 95 cm), por el que se pagaron 48.000 euros, muy lejos también de los 3.000 euros de la salida…
Un último caso, de este mismo mes, por si hacía falta para confirmar la pujanza filipina: el óleo de Félix Resurrección Hidalgo (1855-1913), Interior con caballero (O/L, 65 x 54 cm), firmado en 1902 y que salía por apenas 12.000 euros en Durán, se remató finalmente por 50.000 euros.
El segundo parámetro es la calidad a un precio ajustado. Poco a poco, la crisis ha ido deshinchando burbujas varias, una de ellas el precio de muchos artistas contemporáneos. Pero poco ha podido decir sobre los maestros antiguos, cuyos precios son, obviamente, mucho más estables.
La pieza de maestro antiguo más cara este año pertenece por derecho propio a Juan van der Hamen (1596-1631). Su Bodegón con cesta de fruta y plato con cerezas (O/L, 50,5 x 61,5 cm), había salido desde los 175.000 euros en mayo en Segre. Magnífica obra, con un clavel, unas cerezas y unos mimbres de calidad, con albaricoques y ciruelas, no es extraño que subiese finalmente nada menos que hasta los 350.000 euros, más comisiones e impuestos. Una venta sin peros, en la línea del vendido en diciembre de 2012, Bodegón con cesto de camuesas, granadas, uvas y ciruelas (O/L, 59,5 x 104,5 cm), que se adjudicó por la salida de los 200.000 euros, pero lejos aún del añorado remate por 580.000 euros de Bodegón con azafate de fruta y plato de manzanas, 1630 (O/L, 38 x 76 cm), que se vendió en esa casa en octubre de 2012, tras una salida ya interesante de 275.000 euros. De hecho, las 314.500 libras (378.911 euros) pagadas en Sotheby’s Londres en diciembre de 2013 por su Still life with a basket of apricots and cherries, case of flowers, and hanging branches of mirabelle and sloe plums (O/L, 78,7 x 108,8 cm), de la colección Fórum Filatélico (ver), comprado en Sala Retiro en junio de 2001 por 541.000 euros, están en esta misma línea…
Poco antes, en su primera subasta del año, en febrero, Alcalá había tenido una magnífica venta. Triunfo de la Sabiduría sobre la Ignorancia y el Miedo, un lienzo de importante medidas (150 x 200 cm) del genovés Domenico Piola (1617-1793) había salido a pujas por 30.000 euros. Un ejemplar muy similar titulado Alegoría de la Guerra, la Riqueza y el Amor con las Artes (147 x 195,7 cm), de hacia 1680-90, se encuentra en una colección particular de Lugano, y como tal aparece en el catálogo de la exposición “Kunst in der Republik Genua 1528 – 1815”, Frankfurt 1992, p. 167, nº 84 (ilustrado en color). La calidad de las figuras era patente, especialmente la de la Sabiduría como alegoría principal, y las pujas fueron sucediéndose hasta ascender hasta los 170.000 euros.
Pasado ya el verano, Fernando Durán atribuyó en octubre a Juan de Roelas (c. 1558-1625) una Anunciación sobre lienzo de grandes dimensiones: 114 x 160 cm, procedente de la colección del arquitecto Zuazo. La estimación de 6.000 euros se demostró irrisoria, y la cautelosa atribución se confirmaba al rematarse nada menos que por 100.000 euros. Las sólidas figuras y sus duros contornos hablaban de una pieza singular, y el precio final lo confirmó con creces.
Otra grata sorpresa se produjo en noviembre, en la ya mencionada licitación de Goya: como obra del taller de Sir Peter Paul Rubens (1577-1640), se ofrecía una atractiva Sagrada Familia con Santa Isabel y San Juanito (O/L, 221 x 152 cm), con importante marco tallado y dorado, con una estimación de 30.000 a 40.000 euros. Procedente de la colección del primer Duque de Marlborough (1650-1722) en Blenheim Palace, Oxfordshire, y posteriormente por herencia de George Charles Spencer-Churchill, octavo Duque de Marlborough (1844-1892), se había comprado en el mercado canadiense tras subastarse en Christie´s Londres en julio de 1886, y pasar por Paul Drey, Nueva York, 1951. Publicado en el catálogo razonado de Smith, J., Londres, 1833, y por Jaffé, M. en el Catálogo completo de Milán de 1989, la pieza tenía todos los parabienes. Y así, puja tras puja ascendió hasta los 220.000 euros.
Ese mismo mes, Alcalá volvió a obtener una magnífica venta con una pieza antigua. Se trataba de La mística ciudad de Dios (O/L, firmado, 172 x 108 cm) del mexicano Cristóbal de Villapando (h. 1649-1714) que salía a pujas por 25.000 euros. La obra ilustra el libro del mismo título de Sor María de Agreda, escrito entre 1637 y 1643, y se basa en la composición del grabado de Clemente Billing para la edición del mismo de Lisboa en 1685. A pesar de que fuese prohibido en 1690 en México, tuvo una enorme difusión, y de ahí que Villalpando hiciese otras versiones como la del Museo de Guadalupe de Zacatecas (74 x 50 cm), fechada en 1706, aunque sin la figura de Duns Scoto. Todo ello, además de su buen estado de conservación, con su tela original, firma y anagrama al dorso, hizo que la obra subiese hasta rematarse nada menos que por 140.000 euros.
El broche final llegó en diciembre, con la salida en Sotheby’s Londres de una parte de la colección del Fórum Filatélico, aunque eso sí, siguiendo la petición expresa de la administración concursal de que expusiera en España “con la mayor discreción” posible las obras que se iban a subastar por temor quizá a posibles manifestaciones de los defraudados inversores. A la pregunta sobre por qué Sotheby’s y no otra casa de subastas española o internacional fue la encargada de la venta, sólo podemos responder diciendo que así consta en la sentencia judicial. Para lo relacionado con esa subasta, léase nuestro anterior artículo (ver).
Y unos breves apuntes para los siglos XIX y el XX.
Joaquín Sorolla (1863-1923) es el pintor del siglo XIX que más caro se vende en el extranjero; recordemos en este sentido que en Nueva York obtuvo en noviembre su tercera mejor venta por Buscando mariscos, Playa de Valencia, 1907 (ver). En nuestro país salen piezas menores, pero una de ellas no tanto: Mar de Jávea, 1905 (O/L, 37 x 45 cm), lienzo colorista de calidad, que subió en octubre en Ansorena de los 40.000 de la salida hasta los 120.000 euros. El resto, casi por completo, busca un mercado internacional en Londres.
Algo similar ocurre con Hermenegildo Anglada Camarasa (1872-1959) pero éste es el que mejores resultados obtiene en nuestro país. En mayo, la casa catalana Balclis ofrecía un poco típico lienzo de su mano: Fons del mar, hacia 1927-1928 (O/L, 120 x 120 cm, nº cat. D 94), que había estado expuesto en la Exposición Nacional de Bellas Artes, de Madrid, de 1954 (nº 12, Peces), y en la Sala Parés, en octubre de 1970 como Fantasía marina. 160.000 euros era el precio de salida, y como un único coleccionista pujó por el lienzo, ese mismo fue el remate, mostrando que, efectivamente, el motivo (o el precio) no entusiasmaba…
En esa misma subasta de mayo, esta vez de Joaquín Mir (1873-1940), se vendió su pieza más cara en nuestro territorio: El Valira a su paso por Engordany, Andorra, 1933 (O/L, 81 x 100 cm), también se remató en el precio de salida, 100.000 euros; meses más tarde, ya en octubre, salió a pujas por 100.000 euros Santa Coloma d´Andorra (O/L, 74,5 x 105 cm); con un motivo de paisaje un tanto peculiar por ser andorrano, y estar realizado el 16 de noviembre de 1932, sólo se interesaron en postventa y el lienzo fue adquirido por 80.000 euros.
Del otro gran pintor catalán, Santiago Rusiñol (1861-1931), Fernando Durán sacó a pujas antes del verano, en abril, un imponente paisaje de 80 x 126 cm titulado Atardecer en el Castillo de Sant Pere en Begur, Gerona. Expuesto en la Sala Parés ya en 1902, el artista elige el atardecer para mostrar una variedad cromática amplia; no era extraña, pues, su salida por 72.000 euros, que terminó adjudicándose, con comisiones e impuestos ya incluidos, por 96.800 euros.
Una última obra del XIX, también del mes de abril en Fernando Durán, pues llamó especialmente la atención: Entrada en el pueblo con soldados y caballos en el mercado (O/L, 60 x 120 cm), de José Cusachs (1850-1909). Fechada en 1893, aunaba sus típicos elementos costumbristas del mercado y los anatómicos de los caballos. Salía a pujas por 42.000 euros, un precio ya un tanto elevado si lo comparamos con los resultados de las últimas ventas en sus últimos años, pero las pujas se sucedieron vertiginosamente y terminó adjudicándose por 145.200 euros, comisiones e impuestos ya incluidos.
La conclusión parece clara: las piezas de calidad salen a venderse en el extranjero, y las que se quedan luchan por ajustar su precio a las expectativas de los coleccionistas españoles, que no pagan sumas importantes si la obra no lo merece de veras.
Sobre el siglo XX, el sector que más había subido en los últimos años, dos apuntes porque aquí es donde más se sigue notando la crisis porque o los precios se bajan susceptiblemente o no se venden.
Unos sencillos datos demuestran lo primero.
Primero, la excepción, por llamarlo de algún modo, pues en abril, el Museo Nacional de Arte Reina Sofía compró en Ansorena por 100.000 euros, su salida, Vivir y dejar morir o el fin trágico de M. Duchamp, una serie compuesta por ocho cuadros (cuatro 162 x 114 cm, y los otros 162 x 130 cm) realizada en 1965 por Eduardo Arroyo (1937), Gilles Aillaud (1928-2003) y Antonio Recalcati (1938). Y está claro que más que en una colección privada, esta pieza programática que anunciaba el fin de la influencia de Duchamp, pedía un espacio público.
Un mes más tarde, la misma casa remató por 150.000 euros, su salida, el Cuadro 3, 1964 (Tm/L, 130 x 97 cm) de Manolo Millares (1926-1972). En julio, Fernando Durán adjudicaba por 130.000 euros, su precio de salida, La novia, 1960 (O/L, 162 x 130 cm), de Antonio Saura (1930-1998), mientras Dama, 1966 (O/L, 162 x 130 cm) se compró por en postventa 85.000 euros, por debajo de su salida de 100.000 euros. La portada del catálogo de la subasta de octubre de Fernando Durán era un buen
Conde Duque de Olivares, 1989 (Tm/L, 162 x 131 cm), de Manolo Valdés (1942), que se vendió por los 140.000 euros de la salida; de hecho, había salido a pujas en la subasta de febrero de Sotheby’s Londres con una estimación de 150.000 a 200.000 libras. Como se puede ver, ni son grandes cantidades, ni grandes subidas de precios, pero al menos se han realizado esas ventas, no como en años pasados…
Sobre lo segundo, destacaría tres ámbitos en los que apenas se ha vendido: la escuela de París, la escuela de Madrid, y los artistas ya afamados nacidos hacia 1950.
Hernando Viñes, Francisco Bores, Joaquín Peinado, Celso Lagar…, llamada por el gran público la segunda Escuela de París, son pintores cuyos precios, sin unas razones especialmente claras, comenzaron a subir sin una calidad que lo justificase de forma rotunda. No hace falta citar la cantidad de piezas de sus manos que no se venden en nuestras subastas porque se siguen ofreciendo a precios altos, aunque más bajos ya de los que se pagaron.
Benjamín Palencia, Cirilo Martínez Novillo, Agustín Redondela, Godofredo Ortega Muñoz, Menchu Gal o Díaz Caneja son autores que se englobaban, grosso modo, bajo el epígrafe de Escuela de Madrid. Ha sucedido lo mismo, y poco a poco el mercado regula su demanda con unos precios mucho más contenidos.
El tercer ámbito podría ser el de los artistas con unos cincuenta o sesenta años, que tuvieron su momento dorado en los años ochenta o comienzo de los noventa y que sus precios se han procurado mantener. Por citar algunos nombres, sin pretender agotar el listado ni mucho menos, serían sin orden de ninguna clase José Manuel Broto (1949), Ferrán García Sevilla (1949), Juan Antonio Aguirre (1945), Alfonso Albacete (1950), Miguel Ángel Campano (1948), Manolo Quejido (1946), Guillermo Pérez Villalta (1948), Chema Cobo (1952); quizá la actual exposición en el MNCARS de varios de ellos, ayude a sanear sus precios en el mercado. Sólo aquí se salvarían, por su marcado carácter internacional Miquel Barceló (1957) y Jaume Plensa (1955), y en la cuerda floja deberíamos situar a José María Sicilia (1954) y a Juan Uslé (1954).
A río revuelto, ganancia de pescadores, y los coleccionistas avispados saben que se pueden comprar hoy, a precios muy asequibles, piezas que hace tres o cuatro años eran mucho más caras. Por supuesto, siempre hay excepciones, pero la tónica general muestra que han bajado notablemente sus cotizaciones.
Por poner un ejemplo, José María Sicilia. Fernando Durán ofreció en abril Antena TV 1 (Aligre), 1993 (O/L, 300 x 200 cm), que se vendió en la salida de 27.000 euros; poco más tarde, en julio, Limpieza 3, 1984 (O/L, 198 x 189 cm) no encontraba comprador por 30.000 euros; demasiado ajustado, podríamos decir. En cambio, de antes de la crisis, en abril de 2008, Table à repasser, 1985 (O/L, 190 x 260 cm) subió en Artcurial París hasta los 43.372 euros; en septiembre de 2007, Lijadora ocre, 1983 (O/L, 130,5 x 162,5 cm) se vendió en Segre por 41.000 euros… Del mismo Sicilia, pero de un tamaño menor, una magnífica compra:
Flor negra (O/L, dedicada en 1987, 50 x 50 cm) se vendió en Artcurial por apenas 5.500 euros en octubre, muy lejos de los 14.500 euros pagados en Cornette de Saint Cyr, París, en abril de 2005 por una prácticamente idéntica titulada White flower, 1986 (O/L, 50 x 50 cm).
Si tuviésemos que resumir el artículo a modo de conclusión, diríamos simplemente dos cosas: que sigue siendo un tiempo magnífico para comprar piezas importantes, que surgirán sin ninguna duda, y que la calidad siempre se paga bien, como han demostrado las piezas de pintores antiguos que han salido al mercado.
Elemento positivo: la fuerza del mercado asiático, que compra casi todo lo que sale.
Elemento negativo, aparente: la caída de gran parte de los pintores del siglo XX, en busca de un precio justo basado en la calidad de la obra y de la internacionalización del artista, y no en burbujas que lo han distorsionado. Publicado por Daniel Díaz el 26 de diciembre de 2013.