En estos últimos años hemos notado un claro aumento de los precios de la pintura filipina y así lo hemos comentado desde estas páginas (ver artículo, publicado en la revista Subastas Siglo XXI, número 158, de marzo de 2014). Los remates de las obras de Fernando Zóbel por ser pintor muy conocido y reconocido dieron la voz de alarma. Las ventas de lienzos de otros filipinos, no sólo de origen, como Juan Luna o Félix Resurrección Hidalgo han mostrado que sus compradores filipinos están dispuestos a pagar unos precios mucho más altos que los de los coleccionistas españoles. Y eso mismo es lo que parece estar sucediendo con la pintura mexicana.
Publicado por Daniel Díaz en el número de junio de la revista Subastas Siglo XXI.
Los botones de muestra son aún escasos, pero comienza a percibirse en nuestro país que la potente economía mexicana tiene mucho interés en adquirir piezas que hablan de sus orígenes, de sus tradiciones, de sus lugares, incluso de sus pintores más o menos locales. Y, lo que es más interesante de cara a nuestro mercado, que están dispuestos a pagar importantes sumas de dinero por piezas que, bajo nuestro punto de vista, no lo merecen porque su temática nos es ajena o porque su calidad no es especialmente alta. Veamos, pues, algunos ejemplos de ello.
La primera gran venta, por poner un inicio desde el que comenzar, fue en octubre pasado, en Alcalá Subastas. La temporada 2013/2014 tomaba altos vuelos con el remate por 140.000 euros, más comisiones e impuestos, de un curioso lienzo debido a la mano del autor mexicano Cristóbal de Villalpando (c. 1649-1714), titulado La mística ciudad de Dios (172 x 108 cm; lote 31). La obra ilustra el libro del mismo título de Sor María de Agreda, escrito entre 1637 y 1643, y se basa en la composición del grabado de Clemente Billing para la edición del mismo de Lisboa en 1685. A pesar de que fuese prohibido en 1690 en México, tuvo una enorme difusión, y de ahí que Villalpando hiciese otras versiones como la del Museo de Guadalupe de Zacatecas (74 x 50 cm), fechada en 1706, aunque sin la figura de Duns Scoto. Todo ello, además de su buen estado de conservación, con su tela original, firma y anagrama al dorso, hizo que la obra subiese hasta rematarse nada menos que por 140.000 euros, verdaderamente lejos de los 25.000 euros de la salida.
En esa misma licitación, una delicada pareja de bocetos de botánica realizados por José María Velasco (1840-1912), a lápiz con toques de clarión (27,2 x 19 cm y 22 x 22,7 cm; lote 28), y firmados, subían desde unos atractivos 600 euros hasta nada menos que 6.500 euros, más comisiones e impuestos. Eran los prolegómenos de las ventas que se avecinaban.
Ya en 2014, el pasado 4 marzo, la casa de subastas catalana Balclis ofrecía la serie de nueve óleos sobre cobre de tamaño medio con las distintas castas (lote 1253) producidas por la mezcla de las razas indias con los españoles y las españolas, y sus sucesivos cruces. Realizada en el último cuarto del siglo XVIII en México, parecía que tendría una venta complicada no sólo porque se partía ya desde los 60.000 euros sino por ser asunto que se veía más interesante para un museo o una institución pública que para una colección privada. Sin embargo, el interés por el lote fue muy fuerte y tras sucederse las pujas, se terminó adjudicando nada menos que por 250.000 euros, más comisiones e impuestos.
Apenas tres días después, el 7 de marzo, en Alcalá Subastas pudimos comprobar de nuevo el interés por una pieza mexicana y la potencia de los coleccionistas que pujaban. Efectivamente, por el cobre de Sebastián López de Arteaga (1610-1652) titulado San Miguel luchando con los ángeles rebeldes (103,5 x 88 cm; 167), se pagaron 250.000 euros. Una impresionante suma, más aún si tenemos en cuenta que su salida era desde los 20.000 euros. Tras unos comienzos siguiendo a Zurbarán como discípulo, el pintor sevillano se trasladó al Nuevo Mundo hacia 1640, y allí fue el introductor del naturalismo barroco en Nueva España, evolucionando hacia un estilo más colorista y con composiciones más ligeras. Óleo firmado, puede compararse a la Aparición de San Miguel en el Monte Gargano, pintado hacia 1650 que se encuentra en el Museo de Denver. La pieza supone una importante aportación al pequeño catálogo de las obras que Arteaga pintó en México, entre 1640 y 1652, y quizá por eso mismo han debido pujar subiendo notablemente su precio…
Poco después, Ansorena se sumaba al carro con su licitación del día 10 de abril. Esta vez fueron 180.000 euros, más comisiones e impuestos, los pagados por el lote 410, catalogado como Escuela Colonial S.XVIII. Un lienzo de 84 x 105 cm titulado Costumbres en la plaza del Bolador, México, que salía a pujas por 2.000 euros, portaba en la parte superior del lienzo la siguiente leyenda: “Vista de un pedazo de la Plaza llamada del Bolador con los trages y Calidades dela Plebe de Mexico“. Escena interesante por reflejar de alguna manera la costumbre mexicana del mercado en una plaza muy concreta, se podría decir que ninguno de los coleccionistas de nuestro país reparó en ella; o, al menos, digamos que no pensó en su compra por un precio excesivamente elevado. Sin embargo, los coleccionistas vieron la oportunidad de hacerse con ese vivo retrato de su pueblo, y demostraron la potencia de la economía mexicana.
Otro ejemplo de ello, a menor escala, indudablemente, se produjo en esa misma subasta. Esta vez se trataba de un motivo especialmente querido y buscado por los mexicanos, la Virgen de Guadalupe; óleo de importantes dimensiones ya, 193 x 125,5 cm, estaba firmado y fechado en 1736 por Juan Carlos de Medina (lote 151). Esta vez la salida era de 5.000 euros y, a pesar de que claramente necesitaba restauración, se adjudicó por 14.000 euros, más comisiones e impuestos. Es cierto que no es una compra muy importante y que ya hemos visto en años pasados cómo las imágenes de la Virgen de Guadalupe tienen buena acogida, pero el precio de remate muestra de nuevo ese interés.
Lo más reciente en ese sentido sucedió el pasado 7 mayo en la madrileña casa de Abalarte. La planificación de Jesuralem ciudad de Dios (lote 154) era un lienzo de importantes dimensiones, 198 x 243 cm, y estaba firmado en 1787 por Ramón R(ez) –Ramírez, muy probablemente. La atribución no estaba clara, pero sí que se podía dar por sentado que era Escuela colonial S. XVIII. Con pocos motivos mexicanos propiamente dichos –¡se trababa de la planificación de una ciudad!-, pero sí bíblicos realizados con mucho detalle, el plano guardaba relación muy directa con otros planos de ciudades novohispanas como los de la Villa de Potosí o los de la ciudad de México. Y con una estimación más atractiva, 12.000 euros, cumplió perfectamente con las previsiones al adjudicarse nada menos que por 75.000 euros, más comisiones e impuestos, siete veces por encima de su precio inicial.
En cambio, no hubo interés por el biombo con seis escenas de la Conquista de México por Hernán Cortés (197 x 84 cm; 1107) y los 25.000 euros de la salida se demostraron excesivos. De calidad bastante inferior, el biombo mostraba diferentes escenas de la conquista con historias sobre Moctezuma, Pánfilo de Narváez, Tezeuco, el ejército de Cortés en el valle de Otumba, etc. Y aunque los coleccionistas y museos mexicanos podían pagar cantidades mucho más altas que la salida, el lote quedó desierto. La interesante temática a veces no es suficiente y si no acompaña el precio, tampoco hay intento siquiera de compra…
Visto el éxito de la plaza del Bolador, México, en su licitación del mes de abril, Ansorena ofrecía en la del 19 de mayo cuatro piezas con especial encanto, sobre el papel, en el Nuevo Mundo. De Anacleto Escutia -un pintor conocido especialmente por haber retratado en 1850 a Vicente Guerrero, líder de la insurgencia en la Resistencia y posterior presidente de México en 1829-, una muy académica pero interesante Sacra conversación con Padres de la Iglesia (O/L, 1851, 92 x 72 cm; 631). Ésta es precisamente la obra con la que gana, el año siguiente, el primer premio de la Academia de San Carlos; se ofrecía con una atractiva salida de 8.000 euros, pero no encontró comprador. Además, un atractivo lienzo de La Virgen imponiendo el cíngulo a Simón de Rojas (54 x 46 cm; 630) pero ya por 9.000 euros que quedó sin comprador, y dos pequeños cobres: un delicado Virgen del Refugio (42 x 31 cm; 629) de José de Alcíbar –discípulo de Miguel Cabrera, reconocido pintor mexicano y miembro fundador de la Academia de San Carlos- por 6.000 euros, y Santa Gertrudis Magna (32 x 24 cm; 633) del más conocido aún José de Páez por 8.000 euros. Finalmente no se vendió el primero y el segundo se adjudicó por la salida, 8.000 euros.
Al cierre de estas líneas queda por saber el resultado de la subasta del 21 mayo en Alcalá, donde se ofrecía una Trinidad (O/L, 46,6 x 34 cm; 192), Escuela mexicana de finales S. XVIII por 1.300 euros. Siendo interesante, sobresalía por derecho propio en cambio un fantástico paisaje atribuido al mexicano José María Velasco (1840-1912): Vista del valle de México con el volcán Popocatepetl (66 x 96 cm; 232). Los 12.000 euros de la salida es un precio excesivamente cauteloso si tenemos en cuenta sus remates normales como el de mayo pasado en Christie’s Nueva York cuando se adjudicó por 315,750 dólares (244.706 euros) Vista de Ajusto y Pueblo de San Ángel desde la Barranca del Muerto, 1898 (O/L, 45,1 x 61,3 cm). Seguramente habrá hecho las delicias de los coleccionistas mexicanos.
La conclusión vuelve a ser evidente: una economía mucho más fuerte que la nuestra se interesa por las obras que hacen referencia a su pasado y está incluso dispuesta a pagar importantes sumas, siempre que la calidad de cada una de ellas esté a la altura de lo que se pide. Si no, ni economías importantes ni caprichos de inversores ricos. Es la hora del ajuste, y la casa o comercio que haga bien sus deberes y ofrezca estas piezas tiene gran parte del éxito asegurado. Daniel Díaz.