La lectura un poco más allá de los simples resultados de las subastas de este año en nuestro país hace que debamos ver el próximo año como especialmente atractivo por las múltiples posibilidades que, de seguro, aparecerán.
Publicado por Daniel Díaz en el ejemplar número 145 de diciembre de la revista especializada Subastas Siglo XXI.
En contra, quizá, de la opinión de la mayor parte de la gente, el año que se avecina será un año cargado de ventajas para los coleccionistas que hayan hecho sus deberes y tengan dinero disponible.
El Gobierno central y los regionales, además de muchos analistas económicos, confirman que 2013 será un año especialmente duro para nosotros, los ciudadanos medios españoles, en espera de que se produzca la recuperación económica a mediados o incluso a finales de 2014. Es más, se atisban ya en nuestro horizonte cercano los nubarrones de Eres de grandes empresas (de distintos medios de comunicación que deben unir fuerzas, de Iberia, etc.), los subsidios de muchos desempleados se terminan y, desgraciadamente, hay ya muchas familias entre cuyos miembros hay uno, dos o más parados. El panorama es, ciertamente, desolador.
Y, precisamente por eso, en estos difíciles momentos es cuando comienzan a aflorar en el mercado cosas que se han procurado reservar de la quema, entre ellas las obras de arte y los objetos de cierto valor. Antes, normalmente, una familia ha dejado ya hobbies y placeres innecesarios, y ha procurado ahorrar, vendiendo incluso alguna pieza; quizá, en previsión, se haya intentando vender otras, pero con precios aún de cuando se compraron –¡no voy a perder dinero!-, antes de 2008 con bastante frecuencia. Pero cuando la situación se complica, se pone a la venta casi todo lo accesorio.
En estos últimos años se han visto claramente en el mercado del arte varias cosas. La primera es que ha aumentado notablemente el número de piezas de calidad media en las subastas (sobre todo muebles, objetos de cerámica, de cristal, de porcelana y plata). En 2009 y 2010 seguían con precios altos, por lo que no hubo especial esfuerzo por los compradores, que sabían que los precios terminarían por bajar; pasado el tiempo, el vendedor ha debido aceptar la realidad y bajarlos porque quería una venta más o menos rápida; y, así, las casas de subastas han vivido unos años 2011 y 2012 que podríamos calificar de buenos.
Los precios han ido bajando paulatinamente, de eso no hay duda, por el sencillo hecho de que la oferta ha aumentado notablemente mientras la demanda disminuía. Y las leyes del mercado no fallan. Únicamente se invertía la ecuación cuando la pieza que salía a pujas era verdaderamente excepcional; en ese instante, no sólo había interés sino que incluso aparecían compradores nuevos, nacionales e internacionales pujando por la pieza. Por poner un ejemplo sencillo, un lienzo de Juan Luna y Novicio (Filipinas, 1857-1899) hasta hace poco se vendía normalmente por debajo de los diez mil euros; en octubre pasado, Balclis adjudicó España guiando a la gloria a Filipinas (O/L, 229 x 79 cm) por 200.000 euros más comisiones e impuestos, tras una salida –que muchos juzgaron ya alta- por 72.000 euros.
Lo que nadie duda es que los precios de casi todo han bajado en nuestro país, también en el arte. Unos más y otros menos, pero únicamente algunos contados artistas se han librado de ello. Por supuesto, son los más internacionales, aquellos que tienen compradores que viven en países que hace tiempo superaron la crisis y han vuelto casi a nadar en la abundancia. Son los Barceló, Plensa y Manolo Valdés, fundamentalmente, que siguen vendiendo –desgraciadamente en el extranjero la mayor parte- a precios de oro, aunque también deberíamos incluir aquí a Eduardo Chillida (1924-2002), que en 2011 vendió dos piezas (un hierro y un alabastro) por encima del millón y medio de euros, y en 2012 un hierro superó el millón de euros y otro los dos millones. Las piezas eran muy buenas, efectivamente, lo cual viene a confirmar lo dicho hasta ahora: durante los primeros años de la crisis, el vendedor ha tratado de sostenerse vendiendo piezas más sencillas, pero en estos últimos tiempos el mercado se ha vuelto a activar y los coleccionistas han comprado porque los vendedores se han animado a sacar al mercado (o lo necesitaban) obras mucho mejores, sabiendo que no se iban a malvender o, al menos, no tan mal como hace dos o tres años.
A primera vista, Antoni Tàpies (1923-2012), podría ser un caso como los anteriores, pero hay que reconocer que ha tenido ventas muy escasas en estos últimos años en nuestro país. Las obras que han salido a pujas seguían (y a veces siguen) teniendo una estimación muy alta, y así pocos coleccionistas han querido comprar aquí porque sabían que en el mercado internacional podían conseguir un lienzo de similares características más barato. En este estado, muchos de sus lotes en nuestro país han quedado desiertos… Alcalá, en octubre pasado, no adjudicó Blanc damunt negre (Tm/cartón, 1991, 76 x 112 cm) por 85.000 euros; Ansorena, en octubre de 2011, no vendió Cuadrat (Tm/T, 1995, 100,5 x 100,5 cm) por 185.000 euros; Xifres i petjades (Tm/T, 1985, 81 x 100 cm) no encontró comprador en junio de 2011 en Fernando Durán por 120.000 euros… La excepción sería la venta en marzo pasado en Sala Retiro de Gris y negro (Tm/papel/T, 1956, 110,5 x 77,5 cm) por la salida, 190.000 euros. Lo que parece claro es que hay que asumir que no vale tanto como nos han hecho creer, o que los compradores del mercado secundario no están dispuestos a asumir esas cantidades.
Fernando Zóbel (1924-1984), en cambio, es un caso que se comporta al revés. Nacido en Filipinas, es pintor español; y en estos últimos cuatro o cinco años ha subido notablemente su cotización en el extranjero, pero en nuestro país ha continuado bajando. Un ejemplo sencillo, de este mismo año, de lo que venimos hablando: en septiembre, Segre vendió La piedra VII (O/L, 1975, 80 x 100 cm) por apenas 27.000 euros; dos meses más tarde, en noviembre, Christie’s Hong Kong remataba La piedra II (O/L, 1973, 80 x 80 cm), de la misma serie, un poco más pequeño y realizado apenas dos años antes, nada menos que por 45.135 euros.
Pero volvamos a nuestro país y repasemos aunque sea brevemente desde lo más lejano hasta nuestros días.
Las ventas de pintura antigua hasta el siglo XVIII han bajado notablemente, quizá porque se sigue pidiendo demasiado para la calidad que se muestra, y porque hoy día casi nadie quiere el retrato de una santa mártir en el salón de su casa, por motivos obvios. Incluso, la de los grandes nombres no suele interesar y quedan como muchas veces como invendidas porque no son piezas de calidad contrastada y perfectamente documentadas o porque la salida es alta. Algunos ejemplos.
De Juan de Valdés Leal no hubo comprador ni para Martirio de San Esteban (O/L, 80 x 50 cm) que ofrecía Retiro en octubre por 36.000 euros ni para El bautismo de Cristo en el Jordán (O/L, 95 x 71,5 cm) que salió por 40.000 euros en Balclis en mayo. Poco antes, en marzo, Appolo ofertó por 120.000 euros Nuño Salido, Ayo de los Infantes de Lara (O/L, 200 x 105 cm) de Francisco de Zurbarán, pero no hubo interesados; en cambio, sí pagaron 112.252 euros por The Arcangel Michael vanquishing the Devil (O/L, 153 x 107 cm) que salió en Christie’s Nueva York en junio y que era mucho más atractiva. Lo mismo con Bartolomé Esteban Murillo: por su San Juan de Dios (O/L, 36 x 29 cm) Appolo pedía apenas 9.000 euros (lo cual no deja de ser sospechoso) y no hubo interesados; sí por A Nocturnal Scene with the Nativity and the Annunciation To the Shepherds Beyond (O/L, 154 x 124 cm) que se vendió por 492.800 euros en Sotheby’s Londres en diciembre pasado.
En cambio, cuando aparecen esas piezas buenas, se ven como auténticas oportunidades -inversiones aseguradas en el fondo- y los compradores luchan de veras por ellas. Es lo que ha ocurrido varias veces este año, por contraste con años pasados. En octubre pasado, el magnífico Bodegón con azafate de fruta y plato de manzanas (O/L, 38 x 76 cm) de Juan Van der Hamen, subió en Segre desde los 275.000 euros de la salida hasta los 580.000 euros; apenas unos días antes, Fernando Durán había adjudicado (probablemente para comprador extranjero) por 400.000 euros, la salida, Puesta de sol: Vista sobre la bahía con figuras (O/L, 137 x 182 cm) de Claude Joseph Vernet. Un mes antes, asistimos en Ansorena al remate por 240.000 euros de Virgen un Niño, una pequeña tabla (48 x 35,5 cm) del exquisito pintor tardogótico Bartolomé Bermejo que en junio de 1998 se había comprado en Finarte por el mismo precio. Por último, en mayo, Alcalá remató por 400.000 euros una delicada
Adoración de los Reyes Magos (O/T, hacia 1540, 67 x 58 cm) de Juan de Juanes que había salido a pujas por 90.000 euros. La ecuación se invierte cuando la pieza es excepcional…
¿Qué ha ocurrido con la pintura del siglo XIX? Salvo honrosos casos aislados, continúa bajando. Esas excepciones tienen nombre y son Joaquín Sorolla y Mariano Fortuny, fundamentalmente; y hemos podido comprobar su fuerza en estos últimos años, con piezas excepcionales vendidas a precios astronómicos. En una línea inferior, no han resistido ni Hermenegildo Anglada-Camarasa ni el vasco Ignacio Zuloaga, que han visto cómo importantes piezas de su mano han quedado desiertas; los catalanes Joaquín Mir y Santiago Rusiñol, y el asturiano Darío de Regoyos se mantienen como segundos espadas, lo cual ya es bastante, aunque sus precios se han reajustado.
El problema es más agudo con otros conocidos porque se vendieron y ya apenas se venden: son los hermanos Zubiaurre -sirva de ejemplo el que Durán no encontrase comprador para Discusión entre autoridades (O/L, 98 x 103 cm) de Valentín que salió en noviembre pasado por apenas 10.000 euros, frente a los 25.000 euros pagados en Segre en julio de 2008 por Retrato de Mari Tere con el valle de Garay al fondo (O/L, 66 x 77 cm)-, los lienzos importantes de Meifrén o el mismo Nonell, de quien Subarna remató por 215.000 euros Retrato femenino, Pepita (O/L, 1907, 57 x 47 cm) en diciembre de 2009, pero ya en diciembre pasado, en 2011, Durán no encontró comprador para Madonna (O/L, 1900, 101 x 81 cm) que salía a pujas por 225.000 euros…
Y qué decir de la pintura preciosista y de uno de sus autores por excelencia, Raimundo de Madrazo, un claro ejemplo de pintura otrora pujante y actualmente en clara decadencia. En noviembre de 2011, Sotheby’s Londres vendió por 140.304 euros Aline álbum de familia (O/L, 81 x 65 cm); un año antes, Fernando Durán no pudo adjudicar Aline Masson en el tocador (O/T, 87 x 56 cm) por 85.000 euros, muy lejos de los 105.000 euros pagados en la misma sala en julio de 2006 por Aline preparada para el carnaval (O/T, 58 x 43 cm).
Una de los grupos de pintores que más bajado en estos últimos años es el denominado Escuela de París, con nombres como Francisco Bores y Hernando Viñes, y los de la Escuela de Madrid, de Benjamín Palencia, Godofredo Ortega Muñoz o Juan Manuel Díaz Caneja. Los ejemplos podrían sucederse sin interrupción así que sólo citaremos algunos. De Bores, Table de réveillon (O/L, 1935, 54 x 65 cm) se había comprado en abril de 2006 en Arte. Información y Gestión por 21.000 euros, y no hubo interesados en noviembre pasado en Fernando Durán, y eso que salía por apenas 9.000 euros! De Viñes: Port blanc (O/L, 1964, 46 x 61 cm) subió en Segre en septiembre de 2007 de los 14.000 a los 21.000 euros; una pieza similar como Madrid, Carabanchel (O/L, 1974, 54 x 65 cm) no encontró comprador en Ansorena en junio pasado por 13.000 euros, ni en Durán en octubre, apenas tres meses después, por 6.000 euros. De Benjamín Palencia: Vista del Palacio de Aranjuez (O/L, 1947, 38 x 45 cm) se vendió en octubre en Fernando Durán por 12.500 euros, la salida; años antes, en mayo de 2008, Durán remató por 30.000 euros Palacio de Aranjuez (O/L, 1948, 50 x 69 cm) y por el mismo precio Paisaje con pueblo (O/L, 60 x 78 cm). De Ortega Muñoz: Ansorena no consiguió comprador para Paisaje (O/L, 74 x 92 cm) en diciembre pasado, con una salida de 60.000 euros; años atrás, en enero de 2008, Durán remató por 100.000 euros Campos de Castilla (O/L, 73 x 83 cm), y en septiembre de 2006 por 96.000 euros Paisaje (O/L, 65 x 81 cm).
Siguen con precios relativamente altos en los años más buscados de cada uno, aunque también han bajado proporcionalmente, Antonio Saura, Manolo Millares y Luis Feito, por citar algunos de El Paso. Un caso verdaderamente tremendo es el de Lucio Muñoz: apenas se pagaron 12.000 euros el pasado octubre en Bonhams Londres por Tabla 22 (Tm/T, 1959, 73 x 92 cm), lejos de los 30.000 euros pagados en Segre en enero de 2008 por Rinotalus (Tm/T, 1977, 73,5 x 92 cm).
No merece la pena seguir poniendo ejemplos porque podríamos hacer lo mismo con autores como José Manuel Broto, Miguel Ángel Campano, Ferrán García Sevilla, Menchu Lamas, Antón Lamazares, Patiño, Jordi Teixidor y tantos otros autores consagrados ya y con una reputación más que aceptable de la generación de los 50 y de los 60, que han visto cómo sus precios disminuían muy notablemente. Sicilia y Uslé quizá se han visto afectados en menor medida por su mayor proyección en el extranjero.
Con este aciago panorama de nuestro país, sólo queda asumir, por tanto, que si se necesita vender algo, muy probablemente se pierda dinero. Lo cual no es más que una consecuencia lógica de la amplia oferta en el mercado y una tremenda escasez de demanda, al igual que en el negocio inmobiliario, donde no es extraño asumir pérdidas del 40 al 60% del valor de lo que se pedía hace tan sólo unos años. Son tiempos difíciles para todos y desde luego no perder dinero en una venta es, realmente, haberlo ganado. Lo mejor, de hecho, sería poner hoy una pieza a la venta por lo que piense que voy a venderla dentro de seis meses o un año; así, el posible comprador la ve como una oportunidad y la compra rápidamente, sin mayores aprietos.
Pero si no se quiere asumir esta pérdida desde el inicio –lo cual es ya un error-, la alternativa muchas veces es, desgraciadamente, intentar sacar la pieza al extranjero. Desde luego eso no basta y habrá que ajustar bien el precio y no pedir demasiado (de Antonio Saura, Bonhams ofertó en octubre un buen Retrato imaginario de Felipe II (O/L, 1984, 130 x 97 cm) pero con una alta estimación de 120.000 a 160.000 libras, y no hubo interesados), pues parece que hay más posibilidades de éxito allí que en nuestro país. A ello ha ayudado notablemente la subida del IVA en nuestro país, que pasó del 8 al 21% y que, lo queramos o no, ha hecho que las obras de arte se hayan encarecido un 13%, más incluso de lo que antes se pagaba por el IVA.
Si se quiere facilitar la reactivación del mercado español, ya de por sí escaso, quizá debería volverse a cifras anteriores, ligeramente inferiores o incluso una escala por tramos, mucho más acorde con la variedad de importes. De esta forma, probablemente también las ventas privadas dejarían de ser tan opacas pues pagando una cantidad pequeña, muchos coleccionistas preferirían sacar a la luz sus compras y quedar a bien con el fisco; y aunque, efectivamente, el Estado recaudaría menos por cada operación, a la larga sería mucho más beneficioso al haber aumentando la base de los contribuyentes.
Lo que parece evidente, una vez más, es que las buenas inversiones se hacen en tiempos difíciles con grandes compras, no con grandes ventas. Y en el 2013 habrá muchas oportunidades para el que haya hecho bien sus deberes.
Publicado por Daniel Díaz en el ejemplar de diciembre número 145 de la revista especializada Subastas Siglo XXI.